Lucía Pérez, la representante española a Eurovisión 2011, repite al teléfono que esta "contenta y feliz" por haber participado en el festival europeo de la canción. Pese a quedar relegada a la antepenúltima posición en la clasificación final del certamen, explica que ha cumplido sus "metas": "Mi triunfo es haber llegado a Düsseldorf y las críticas con respecto a mi forma de interpretar han sido muy favorables", argumenta. Sin embargo, si volviera al concurso, interpretaría "una canción diferente" a la que presentó el sábado por la noche: sería "más folk".
Y después de la tormenta...
Estoy todavía ubicándome, pero me siento muy feliz. Las reacciones a mi actuación han sido muy positivas y esa era mi meta, independientemente de que quedara en un puesto mejor o peor.
¿Cree que la culpa del fracaso en la clasificación se debió a la elección de la canción, como apuntan algunas voces?
Eurovisión es un festival un poco especial en el que juegan muchos factores. La puntuación no depende únicamente de la canción o del intérprete sino, por ejemplo, de países vecinos que se votan entre sí. El tema Que me quiten lo bailao tenía elementos positivos: todo el mundo la bailó y tarareó en el Düsseldorf Arena mientras lo cantaba. Sin embargo, si volviera al concurso elegiría una canción con la que pudiera demostrar más mi capacidad interpretativa, que es mi fuerte. El estilo sería una balada folk, con un estribillo fuerte, una canción que te diera subidón.
¿Cree que el 'voto político' ha perjudicado a España?
Bueno, España tiene pocos países vecinos. De todas formas, sabemos que ese tipo de votos existen y yo iba preparada. Lo importante es que Eurovisión vaya cogiendo confianza aquí, que vaya calando en los españoles: mientras en otros países ir a Eurovisión es lo más, aquí no está demasiado bien visto. Sin embargo, es un gran festival de intérpretes, este año se demostró que había una gran calidad. Ojalá la gente vuelva a verlo como el mayor escaparate o plataforma de España.
Se dice que podría presentarte al siguiente festival. ¿Entra en sus planes?
No lo descarto, aunque quizá no el año que viene. Si repitió la alemana Lena ¿por qué no puedo tener yo una segunda oportunidad? La experiencia de subirse a un escenario de esa categoría es única, todos los que han pasado por allí querrían volver.
¿Se esperaba la victoria de Azerbaiyán?
No, fue una sorpresa. De hecho, creía que no pasaría la semifinal, con eso te digo todo. Tenía otros favoritas: Suiza... ¡que quedó la última!, Reino Unido, Dinamarca, Suecia, Austria... Como decimos en mi tierra, no soy buena 'meiga', mis predicciones no se cumplieron. Y es la prueba de que en Eurovisión todo puede pasar.
Incluso después de conocer el resultado de España mantuvo la sonrisa. ¿Eso como se consigue?
Fui al festival muy concienciada. Cuando bajamos del escenario, estábamos contentos porque habíamos hecho todo lo que habíamos podido, lo habíamos dado todo. Lo otro, los puntos, me daban igual. Absolutamente. En cuanto a las apuestas previas que nos auguraban un fracaso, se trata de una anécdota: dijeron que Noruega era favorita y luego no llegó a la final.
¿Y ahora?
Espero que todo esto sea la puerta que me abra otras muchas. Tengo algunos actos firmados de antes del festival, pero espero tener a partir de ahora muchos más. Quiero ser una chica que va más allá de Eurovisión. Llevo ocho años luchando, acabo de sacar nuevo disco con Warner (se titula Cruzo los dedos) y ojalá haya muchas actuaciones para presentarlo y que la gente lo conozca en directo. O en Spotify. ¡Que todo el mundo lo escuche!
Por cierto, ¿qué tal la fiesta de después de Eurovisión?
Una auténtica fiesta. No fueron todos los países, pero sí bastantes. Imagínate, ¡estuvimos hasta las 8.30 de la mañana! También me gustaría destacar el ambiente previo al festival y el papel de los eurofans, que es fundamental para el artista. ¡Ellos son realmente la esencia de Eurovisión!
